
Júlia Prieto Moya
Vivir con dolor crónico cambia la vida. No solo afecta al cuerpo, también al ánimo, a la motivación y a la forma de ver el presente y el futuro. Es frecuente que las personas con dolor crónico desarrollen síntomas de depresión. Pero esto no significa que la depresión sea la causa del dolor.
En la mayoría de los casos, la tristeza, el desánimo o la pérdida de interés aparecen como consecuencia de vivir con dolor constante, incertidumbre y falta de control. Entender esta relación es clave para el tratamiento.
TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN POR DOLOR CRÓNICO
Tratar una depresión derivada del dolor crónico requiere un enfoque diferente al de una depresión que surge por otras causas. La tristeza o la apatía en estas personas no son un trastorno independiente, sino una reacción al sufrimiento físico, la pérdida de control y la incomprensión. Si el profesional no conoce cómo funciona el dolor crónico, puede recomendar estrategias contraproducentes, como “distraerse” o “hacer más cosas agradables”, sin tener en cuenta que el sistema nervioso está en alerta y que el esfuerzo excesivo pueden contribuir a mantener el dolor activo.
Por eso es esencial contar con un psicólogo especializado en dolor crónico, que comprenda cómo se relacionan el ánimo, la atención, el movimiento y la seguridad corporal. Solo así la intervención puede ayudar realmente a disminuir el sufrimiento físico y emocional.
ESTADO DE ÁNIMO Y DOLOR CRÓNICO
Muchas personas escuchan frases como “si estuvieras más animado, te dolería menos”. Esto es muy injusto porque parece que es culpa de la persona que su dolor se mantenga.
En el dolor crónico el problema no es tener emociones desagradables, sino cómo el miedo, la frustración o la desesperanza influyen en el sistema de dolor.
Cuando aparece el miedo al dolor, la evitación o la sensación de no poder hacer nada, el cerebro refuerza las señales de alerta.
A esto se le llama ciclo de miedo-evitación, y está muy documentado en la investigación sobre dolor crónico
Ejemplo:
Una persona con lumbalgia que evita moverse por miedo termina perdiendo fuerza y confianza. Esa pérdida de movimiento y capacidad alimenta el desánimo. Romper este ciclo no consiste en “pensar en positivo”, sino en entrenar el cerebro para recuperar la seguridad y la capacidad de acción.
ESTADO DE ÁNIMO Y PERCEPCIÓN DEL DOLOR
Las emociones no causan el dolor, pero modulan su intensidad.
El dolor es una experiencia multifactorial, que depende del cuerpo, del cerebro y del contexto. Cuando nos sentimos amenazados o inseguros, el cerebro amplifica las señales de peligro.
Cuando nos sentimos seguros y comprendidos, esas señales pueden atenuarse.
Factores emocionales que pueden aumentan y mantener la percepción de dolor:
Preocupación constante.
Sensación de falta de control.
Miedo al dolor.
Incomprensión social o médica.
Factores que ayudan a modular el dolor:
Comprender por qué se mantiene.
Recuperar rutinas significativas.
Aprender estrategias de regulación emocional.
Recibir apoyo profesional especializado en dolor crónico.
CUIDAR LA MENTE
No se trata de “curar la depresión” como si fuera un problema aparte, sino de entender que el ánimo y el dolor forman parte del mismo sistema. Cuando tratamos el dolor desde una perspectiva exclusivamente médica, dejamos fuera una parte fundamental del proceso: la experiencia emocional y cognitiva del paciente.
Cuando tratamos la depresión como algo independiente del dolor tampoco estamos contemplando el problema en su totalidad.
Por eso, el trabajo psicológico especializado en dolor crónico no se centra solo en el ánimo, sino en reconstruir la seguridad:
Entender el dolor.
Afrontar el miedo.
Recuperar el control.
Reconectar con lo que da sentido.
RESUMEN
El dolor crónico y la depresión están profundamente conectados. Comprender esta relación cambia la manera de vivir con dolor: deja de ser una lucha contra el cuerpo para convertirse en un proceso de reaprendizaje y autocuidado.
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Júlia Prieto Moya
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© 2025 Júlia Prieto Moya · Psicóloga clínica vía PIR/ Neuropsicóloga
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